Beatriz Rico se mueve entre dos aguas, esa de la figura y aquella de la transfiguración, la del realismo y la de la abstracción. Ambos afluentes alimentan el poderoso río creativo que se conjuga en la artista, y que se expresa, con imponente belleza en su más íntima obra abstracta.
La pintura de Beatriz Rico surge de la abstracción, de su pensamiento, de su concepto del arte y la vida. Es una pintora intimista, una artista de interior, de introspección reflexiva sobre su propio ser, pero recibe al mismo tiempo y con su peculiar sensibilidad, las imágenes del mundo que la envuelve. Sabe del caos del mundo y de su propio caos individual, y busca así la calma. Con la concentración, el orden y la elaboración plástica, llega a la abstracción en dípticos y polípticos que muestran la pincelada desde su mismo origen, la mancha de pintura y el color son una categoría estética mediante la cual se expresan distintas vivencias del ser humano inmerso en un medio físico hostil. A pesar de la apariencia espontánea en la configuración o disposición de algunos elementos en sus obras, éstos han sido objeto de un minucioso estudio por parte de la pintora. No solo se mueve en el mundo de las formas abstractas geométricas, si no con la figuración y formas orgánicas en estrecha conjunción. Y además, lo hace de forma consciente y buscando el diálogo permanente entre ambos estilos, con un juego permanente de líneas y barras, tachas y sombras, texturas de materiales y siluetas insinuadas que fuerzan al espectador a investigar el significado último de sus composiciones.