En esta muestra confluyen de manera bipolar dos conceptos fotográficos opuestos en una misma autoría. Por un lado el rigor de la fotografía de arquitectura con su planificación, paciencia y frialdad técnica y, por el contrario, la representación del espacio con una mirada volcada en la intimidad. Allí, se desvelan la luz y su penumbra y nos hace descubrir una espiral de emociones dispuestas a hacernos caer en el ensueño, donde todo se torna casi irreal e irrepetible. Intentando imitar el vagar escindido del sonámbulo que camina sin ver por escenarios que sus otros sentidos reconocen.