La obra de Isabel Muñoz explora el cuerpo humano e investiga formas de reproducir lo que comunica la textura de la piel.
En ese proceso experimenta con la “Platinotipia” como técnica de revelado fotográfico y la adopta como propia.
Plasma cuerpos de todas las edades, razas, sexos y culturas.
Las imágenes de bailarines son recurrentes, ya que la danza es una de sus pasiones.
Con el tiempo, va incorporando la investigación y la denuncia social en torno a los derechos humanos y medio ambiente.
Ha realizado series sobre la esclavitud, la dignidad de los niños del mundo, las personas trans, como sobre los derechos de los animales y la denuncia de la contaminación de los mares.
Busca, en todo caso, fotografías que transmitan un mensaje más allá de lo estético, porque según dice: «no puedo fotografiar nada que no pase antes por mis sentimientos».